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viernes, 11 de marzo de 2016

11 de Marzo de 2016

Viernes

Voy temprano a rezar a Nagoyon, y es que me han pedido si puedo traer a Bo a una señora de ese pueblo que va a viajar a la capital. Como es una persona mayor y muy asidua a la oración, por eso me lo han pedido y por eso accedo y rezo con ellos; pero después el vehículo se transforma en un mercado de bultos y personas que con alegría se desplaza a través del polvoriento camino. Dejo al personal en la estación y vengo a casa donde me espera el profesor de lengua. Hemos tomado las clases en serio y veo los progresos que me permite hacer quien me enseña con interés.
Puedo leer el evangelio con la certeza de dar los tonos en el sitio adecuado y conocer las palabras que utilizo, además de darle el sentido, de forma que cuando leo me entero de lo que voy leyendo y estoy seguro de que los que me escuchan entienden.
Los albañiles siguen trabajando en los diversos frentes que tienen en casa y en la iglesia y las obras avanzan. El calor, la sequía y el polvo se hacen notar en el ambiente y sudas lo que quieres. Sigue habiendo problemas de carburante, pero Joseph ha conseguido un bidón de repuesto y nos soluciona el problema.
Voy a los pueblos, hoy me acompaña la señora Cecilia, la madre de Daniel, y en Cassama no hay mucha gente, pero hay esperanzas de que alguna cosa vaya cambiando, pues un maestro que no venía a rezar hace semanas, y a quien he enviado a buscar, ha aparecido y me dice que su mujer, de la que ha estado separado años y con la que tiene cinco hijos, puede volver a casa. Todo son comentarios de parte de los presentes y a todos les invito a que recemos por que la situación se resuelva a favor y gusto de la pareja y que les acompañemos con nuestra oración y presencia cuando sea necesario. No se me ocultan los problemas que el señor tiene con la bebida y lo que ello suele llevar consigo de peleas, por lo que animo a todos a que recemos y estemos cercanos cuando sea necesario.
Estos comentarios les hacen ver que una comunidad cristiana es una realidad no cuando se junta en la iglesia, sino en todos los momentos de la vida y ellos van descubriendo esta realidad que no han tenido presente hasta ahora y que es fundamental para que las cosas funcionen y haya algo más que rezar en la iglesia.
En Gbalehun me encuentro con los responsables de la escuela. He traído a un carpintero que me hace un presupuesto de los arreglos que el tejado de la escuela necesita y que está más ajustado que el que me había hecho el carpintero del pueblo la semana pasada y quedamos en que van a colaborar aportando materiales de madera que tienen a disposición en el bosque.
La oración está en la tónica de los otros días. Leo el evangelio y lo entienden y tratamos de explicar cómo, cuando todos estamos dispuestos a condenar, Dios se hace presente para perdonarnos siempre y por eso le damos gracias y le pedimos que nos ayude a perdonarnos.
La vuelta a casa rezando el rosario y transportando a gente que vuelven del campo, es lo que solemos hacer también cada vez que vamos a estos sitios y hoy no es excepción.
Cuando llego a casa y logro conectarme a internet, me encuentro con que mis hermanos me han estado esperando largamente. Hoy es el cumpleaños de uno de ellos y otros han venido a estar con él y el poder comunicarnos en Skype es una experiencia my agradable.

Tengo también un rato de charla con Joseph que mañana va a salir temprano hacia la capital donde tiene una reunión y otros asuntos varios que ventilar. El día ha sido largo y estoy cansado, lo que me permite un buen sueño a pesar del calor y lo que sudas, pero no me puedo quejar, pues en sitios más difíciles he estado.

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