Voy temprano a rezar a Nagoyon, y es que me han pedido
si puedo traer a Bo a una señora de ese pueblo que va a viajar a la capital.
Como es una persona mayor y muy asidua a la oración, por eso me lo han pedido y
por eso accedo y rezo con ellos; pero después el vehículo se transforma en un
mercado de bultos y personas que con alegría se desplaza a través del
polvoriento camino. Dejo al personal en la estación y vengo a casa donde me
espera el profesor de lengua. Hemos tomado las clases en serio y veo los
progresos que me permite hacer quien me enseña con interés.
Puedo leer el evangelio con la certeza de dar los tonos
en el sitio adecuado y conocer las palabras que utilizo, además de darle el
sentido, de forma que cuando leo me entero de lo que voy leyendo y estoy seguro
de que los que me escuchan entienden.
Los albañiles siguen trabajando en los diversos frentes
que tienen en casa y en la iglesia y las obras avanzan. El calor, la sequía y el
polvo se hacen notar en el ambiente y sudas lo que quieres. Sigue habiendo
problemas de carburante, pero Joseph ha conseguido un bidón de repuesto y nos
soluciona el problema.
Voy a los pueblos, hoy me acompaña la señora Cecilia, la
madre de Daniel, y en Cassama no hay mucha gente, pero hay esperanzas de que
alguna cosa vaya cambiando, pues un maestro que no venía a rezar hace semanas, y
a quien he enviado a buscar, ha aparecido y me dice que su mujer, de la que ha
estado separado años y con la que tiene cinco hijos, puede volver a casa. Todo
son comentarios de parte de los presentes y a todos les invito a que recemos por
que la situación se resuelva a favor y gusto de la pareja y que les acompañemos
con nuestra oración y presencia cuando sea necesario. No se me ocultan los
problemas que el señor tiene con la bebida y lo que ello suele llevar consigo de
peleas, por lo que animo a todos a que recemos y estemos cercanos cuando sea
necesario.
Estos comentarios les hacen ver que una comunidad
cristiana es una realidad no cuando se junta en la iglesia, sino en todos los
momentos de la vida y ellos van descubriendo esta realidad que no han tenido
presente hasta ahora y que es fundamental para que las cosas funcionen y haya
algo más que rezar en la iglesia.
En Gbalehun me encuentro con los responsables de la
escuela. He traído a un carpintero que me hace un presupuesto de los arreglos
que el tejado de la escuela necesita y que está más ajustado que el que me había
hecho el carpintero del pueblo la semana pasada y quedamos en que van a
colaborar aportando materiales de madera que tienen a disposición en el
bosque.
La oración está en la tónica de los otros días. Leo el
evangelio y lo entienden y tratamos de explicar cómo, cuando todos estamos
dispuestos a condenar, Dios se hace presente para perdonarnos siempre y por eso
le damos gracias y le pedimos que nos ayude a perdonarnos.
La vuelta a casa rezando el rosario y transportando a
gente que vuelven del campo, es lo que solemos hacer también cada vez que vamos
a estos sitios y hoy no es excepción.
Cuando llego a casa y logro conectarme a internet, me
encuentro con que mis hermanos me han estado esperando largamente. Hoy es el
cumpleaños de uno de ellos y otros han venido a estar con él y el poder
comunicarnos en Skype es una experiencia my agradable.
Tengo también un rato de charla con Joseph que mañana va
a salir temprano hacia la capital donde tiene una reunión y otros asuntos varios
que ventilar. El día ha sido largo y estoy cansado, lo que me permite un buen
sueño a pesar del calor y lo que sudas, pero no me puedo quejar, pues en sitios
más difíciles he estado.
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