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jueves, 24 de marzo de 2016

24 de Marzo de 2016

Jueves

Es la conmemoración de María Auxiliadora y es seguro que habrá algo especial con Ella. Por lo menos comienzo el día en Mattru, donde después de la oración espero encontrarme con los líderes de la comunidad, pero no han venido. Incluso el primer encargado llega tarde… No es la primera vez que pasa y hay que tener paciencia y ver a donde vamos a llegar. Por lo menos a la vuelta traigo a algunos que vienen a Bo, hoy hay pocos estudiantes, pues la mayoría ya están de vacaciones.
Me traen un prospecto sobre un colegio universitario que funciona aquí cerca de casa y me llevo la gran sorpresa, pues pensaba que era algo difícil de encontrar y hoy sé que lo tengo a la puerta, y es que estoy pensando en la promoción de los maestros comunitarios que no tienen oficio ni beneficio. Me informaré mejor, pero creo que es un buen trabajo que Ella ha hecho el día de su fiesta. Ha venido un cura a verme que está en el equipo de los que organizan este colegio y me ha dado buenas perspectivas, lo que me llena de alegría el poder ofrecer algo cercano y asequible a nuestros maestros de los pueblos que no tienen título.
Por la tarde voy a Nagoyon para la oración. Me acerco a Balei para ver el trabajo en la escuela y el campo y me doy cuenta de que una rueda está pinchada… El trabajo de cambiarla lleva su tiempo, pero siempre hay personas amables que te ayudan y te evitan la sudada que te vas a dar haciendo tú el trabajo.
Para la oración hay menos gente que otras veces, pero los que están asisten con fervor. En las ofrendas hay un saco de gari, la mandioca rallada que nos ofrecen, un auténtico lujo y se lo agradezco. Es una comida que por aquí algunos no aprecian mucho, pero que he aprendido a comer y me resulta agradable.
Siempre hay gente que se apunta a viajar y así estoy acompañado. En Towama, el segundo destino de hoy, hay menos gente que los domingos, pero están bien representados. Al comenzar la oración encienden el generador y unos minutos después, las termitas son cientos alrededor de cada luz, lo que nos hace cambiar de táctica, apagar las luces de dentro, cerrar la puerta, cambiarse de sitio… La realidad es que no hay forma de poder con ellas.
Cuando intento leer el evangelio, hay tantas en el libro, en la luz de la linterna, en mi cara, en las gafas… Que no puedo seguir. Me paro un poco, apagan de nuevo las luces y, cuando la cosa amaina, sigo leyendo. Durante la homilía todos estamos a oscuras, pues les digo que para escuchar no necesitamos luz. A algunos les cuesta, pues tienen el teléfono y aquí todos los teléfonos tienen luz y siguen encendiendo y atrayendo termitas… Cuando al final estamos un rato sin luz y logro exponerles algo sobre lo que conmemoramos el jueves, las cosas cambian, pues la ola de termitas ya se ha ido y podemos proseguir la oración sin mayor problema y hoy el generador ha funcionado sin pararse, cosa también no corriente hasta ahora.
En casa y antes de cenar voy a dejar la rueda pinchada para que la reparen. Son los neumáticos sin cámara, que en teoría no se reparan, pero aquí todo es reparable y cuando vuelvo después de cenar tengo que esperar un rato, pues han tenido otros clientes y mientras alguien esté presente, no te van a hacer el trabajo de quien está ausente, con lo que me presento tarde para hacer las cosas y preparar lo de mañana, pero por lo menos hay conexión y recibo unos correos, además de leer las noticias.
Creo que María Auxiliadora a lo largo del día ha hecho su trabajo y me ha manifestado su cariño y su dedicación hacia nosotros y por ello doy las gracias.


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