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viernes, 25 de marzo de 2016

25 de Marzo de 2016

Viernes
Me levanto temprano, hago un rato de oración en la capilla y salgo para Tikonko antes de que los demás vengan a rezar, pues aquí la ceremonia de hoy están junto con el viacrucis y será más tarde.
El camino es tranquilo y hay pocos que circulan a esa hora en la dirección que llevo. Sí los hay que vienen cargados, mujeres en particular, con productos del campo para vender en el mercado.
Aparco el vehículo cerca de la iglesia y aparece Abu, el que hace de catequista, y juntos nos vamos hacia el otro extremo del pueblo, donde empezaremos el recorrido hacia la iglesia. Vamos saludando a los que nos encontramos. Los críos en particular lo hacen con sus voces chillonas que interrumpen la calma de la mañana.
Estamos en el sitio donde nos reuníamos antes de tener la iglesia que tenemos ahora y que la utiliza un grupo protestante. Allí nos han ofrecido poder comenzar con los críos las clases en el jardín de infancia que queremos abrir, y allí esperamos hasta que es la hora y arrancamos de vuelta hacia la iglesia. Han puesto unas cruces de palo en los diferentes sitios y nos van marcando el camino que llevamos.
La cosa se hace con calma y una cierta alegría, amenizada por la presencia de los críos que desde las casas me saludan y dan ambiente a la peregrinación. Hemos comenzado una veintena y otros se nos van juntando. Al final hay tres veces más de los que comenzamos y, como les veo que están cansados, no merece la pena forzar y meterles la ceremonia de la tarde, por lo que opto por estar un rato hablando con ellos, explicando lo que celebraremos mañana por la tarde y lo que tienen que preparar. Traerán leña para hacer el fuego, vendrán con sus velitas. Yo traeré el cirio pascual del año pasado, pues encontrar un cirio aquí no es posible, y así nos vamos enterando de las partes de la celebración de mañana, a la vez que voy ambientando a los catecúmenos para que traigan a los padrinos y a los adultos su esposa o su marido.
El ambiente es tranquilo. Los críos se meten en el coche para que les traiga un tramo del camino, hasta el cruce, mientras los adultos se quedan preparando lo que tienen que tener para la ceremonia. El camino está concurrido y también hay quienes se apuntan a subir al vehículo. No sé qué clase de apostolado es, pero la gente que sube a bordo tiene una amplia sonrisa de felicidad que me hace pensar que también es hace catecismo por los caminos.
No he sacado fotos y creo que es un poco una necesidad que voy dejando atrás, pero las fotos es algo que vemos en los reportajes y el vivir las cosas a veces se tiene que hacer sin necesidad de tener las imágenes en el congelador, sino viviendo lo que tienes y guardándolo en tu corazón, como María…
En casa me echo un rato a dormir, pues anoche no dormí bien y después preparo lo que me hace falta para la tarde y a la hora de comer, me encuentro con los otros salesianos. Hoy  no ha venido la cocinera. Como es día de ayuno nos las apañamos para comer algo de lo que había en el frigo y se van al viacrucis que comienza acto seguido. Hay mucha gente y está bien organizado. Dan la vuelta a la manzana y, antes de que salga para los pueblos, ya están de regreso y preparados para la liturgia en la iglesia.
Mi experiencia en Mattru no es un éxito, pero por lo menos empezamos bien, pues he ido cargando mujeres que volvían del mercado y al final había una quincena que se habían instalado con sus palanganas y demás en la parte trasera del vehículo. Por lo menos seguimos con el apostolado de la ruta.
Después de esperar largo tiempo, lo que me ha permitido visitar a unos cuantos en sus casas, van apareciendo algunos  y hoy sí está el encargado que ha venido en su moto desde fuera. La realidad es que empezamos una docena de personas y al final no hay muchos más. Como en lo que están haciendo como iglesia hace calor insoportable, nos sentamos en las gradas de la entrada y allí, con los presentes y dirigidos por el catequista, hacemos el viacrucis.
Aquí hay que seguir tomando las cosas con calma y ver lo que puedes hacer con unos y con otros. Me siguen pidiendo que venga a decir la misa el domingo a las ocho y sigo pensando que no es la buena solución, pues tengo otros dos pueblos que tendría que dejar y no estoy seguro de que los de aquí van a venir, pues las promesas no suelen se realidades.
Les propongo a los que quieran, que me den los nombres, si están interesados en que venga a decirles misa el domingo a la una y no les agrada mucho, pero es lo que les puedo ofrecer por ahora; así como para los dirigentes, quiero un encuentro semanal con ellos para hacer catecismo, algo que creo que no se esperaban, pero que me parece que es lo que necesitan. Veremos en qué terminan las cosas, pues las palabras se las lleva el viento.
Tienen serios problemas en lo que han construido como iglesia y les digo que estoy dispuesto a ayudarles, si les interesa, pues hasta ahora han preferido hacer por su cuenta. Dar tiempo al tiempo y ver lo que van decidiendo es lo que tengo que hacer y con esas nos despedimos.

En casa seguimos sin luz, pero ponemos un rato el generador y nos permite al menos vernos y comentar el día que ha sido largo y cargado. Me voy a la cama pronto y pienso que si por la noche viene la luz, me puedo entretener en hacer la crónica y leer, cosa que es lo que estoy haciendo.

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