La lluvia ha caído mansamente y abundante durante la noche. Es la
segunda lluvia, pero en los pueblos se ha notado su efecto, pues los riachuelos
que estaban completamente secos han vuelto a recobrar vida y se ve que el agua
ha corrido abundante.
Para la misa están las personas habituales a las que invito otra
vez más a venir con más gente, sacando la idea de la primera lectura en la que
Isaías nos habla de traer a los rescatados de Israel y ser luz de las
naciones…
Salgo a pagar la factura de internet y me doy una vuelta por el
mercado y el barrio. Siempre es interesante ver lo que pasa en la calle, a pesar
de que hace calor y la humedad se nota. También estoy con el mecánico y
compartimos un rato de charla. Es alguien que me parece que es una persona seria
y de quien me puedo fiar, cosa que no abunda por estos
lares.
Después de comer me voy a los pueblos, donde hay catecismo. Hablo
un rato con la mujer del jefe de la zona, quien está muy interesada en la
apertura de la preescolar de la que hemos hablado y nos ofrece ideas para
comenzar. Me parece muy bueno lo que nos sugiere y sobre todo el interés que
pone en colaborar con nosotros.
El catecismo es la actividad que tienen en Nagoyon los martes por
la tarde. Comienzo visitando el pueblo de la escuela, donde hemos hecho el pozo.
Veo lo que pasa y aprovecho para traer a los que vienen de ese pueblo para el
catecismo. Hay una cuarentena presentes y la mayoría son escolares, cosa
interesante, pues serán los maestros que les dan clase quienes les sigan en su
andadura de cristianos.
En casa rezamos y, como no hay luz, ponemos un rato el generador,
así se cargan las baterías y podemos consultar las noticias y los correos. Con
Bruselas en la mente, pedimos por la paz y para que logremos entendernos y no a
golpes.
Joseph está de vuelta. Hablamos un ratito mientras cena y
preparamos las cosas para mañana. Él dirá la misa en casa y eso me permitirá ir
a rezar a un pueblo con la gente.
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