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lunes, 21 de marzo de 2016

21 de Marzo de 2016

Lunes

Y con la llegada de la primavera también nos visitó la lluvia. Por primera vez ha venido una lluvia por la noche, mansa, tranquila y persistente que ha mojado todo y ha limpiado el ambiente de polvo, además de refrescarlo. Por la mañana la sensación es de limpieza de la atmósfera, de humedad y de tranquilidad.
Joseph ha ido de viaje a Lungi donde tiene asuntos que solucionar y digo la misa a los presentes, que son más o menos los de todos los días y a los que vamos conociendo cada vez más. Les animo a ser los modelos que hemos preferido en el evangelio de hoy, pues cuando les he hablado han elegido el gesto de María con Jesús de ungirle los pies.
 El profe me dice que hoy tiene un compromiso y nos ponemos de acuerdo para tener la clase mañana, lo que me permite después del desayuno ir a una escuela a ver lo que pasa y llevarles unas galletas de las que han venido en el contenedor. La experiencia es buena y los críos están encantados con lo que les llevo, así como los profes, pues para todos hay.
En el camino me llaman para decirme que hay una señora que ha muerto en un pueblo y preguntarme si puedo estar para el entierro, que será a las dos. Hago todo lo posible, pues estar presente en esos momentos es la manera de hacer ver a la gente que quieres estar con ellos y mostrar tu cercanía.
Después de comer salgo hacia Mattru, el pueblo donde ha muerto una señora, que me parece que tenía cáncer. La realidad es que las enfermedades se viven sin que las cosas estén muy claras y en el hospital no te suelen dar muchos detalles al respecto o tampoco la gente está acostumbrada a que se los den.
En el entierro hay una gran afluencia de gente y las cosas ya están preparadas. Llego y vamos directamente a la casa donde la gente ya espera. Rezamos las oraciones que se suelen rezar y vamos hacia el cementerio donde la tumba está dispuesta y, en medio de un calor que nos hace sudar a todos, enterramos a la señora en una tumba cercana a otras y donde no hay distinción de credos o de estatus.
Al acabar, otra señora me lleva hacia la tumba de su marido, que han acondicionado con cariño. Es el anterior entierro en el que he participado en ese pueblo y ahora la tumba está enmarcada en unos azulejos decorados con bastante gusto, y ante ella rezamos un responso, como lo hemos hecho varias veces en la casa de la señora, pues cada vez que voy al pueblo suelo darme una vuelta por las casas de los enfermos o los mayores.
La lluvia que cayó anoche se va diluyendo y donde esta mañana había frescor y atmósfera limpia, ahora se nota que la cosa está cargada de humedad y el ambiente a cuenta del calor, se va resecando y las nubes nos hacen pensar en algo que nos va a visitar por la noche.

La lluvia nos visita de nuevo mansa y persistente y como la de ayer, van preparando el camino para que la siembra pueda realizarse, aunque aquí la estación de lluvias es larga y da tiempo a pensar las cosas, no es como en otros sitios donde he estado que a la primera lluvia la gente ya está sembrando.

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