Tenemos la oración de la mañana y luego un rato de reunión
comunitaria. Joseph, que se va a ir al capítulo, quiere dejar las cosas
organizadas y llevar las ideas claras sobre lo que tenemos como proyectos y
prioridades tanto en la casa, como en el terreno y los
pueblos.
Después paso la mañana preparando las cosas de la tarde, pues
tengo la vigilia en dos pueblos, y aquí también están de preparativos, como es
normal.
Salgo pronto después de comer y me paso un momento en Towama para
ver lo que han preparado y si les hace falta alguna cosa y en el camino me
encuentro un grupo de mujeres que me dicen que van a Nagoyon. La realidad es que
son de un pueblo cercano y que no vienen a rezar con nosotros, porque no las
conozco, pero como veo que están cargadas las llevo hasta su destino y así me
encuentro con los de las parejas, que hoy habíamos suspendido para mejor
preparar las cosas en los otros sitios.
Cuando vuelvo a Tikonko me doy cuenta de que aquí las cosas no
están preparadas para la vigilia y que la gente tampoco son muchos. Por lo menos
los que han comenzado el catecismo conmigo, la mayoría están presentes y algunos
han traído a sus padrinos, pero para el resto hay que esperar y ver que la cosa
tiene que ir más lenta de lo que podemos pensar. De nuevo la paciencia es algo
que tienes que seguir ejercitando y saber que el camino de acompañar es lento y
largo.
Los presentes están muy contentos en la celebración y la siguen
con interés y los que leen las lecturas lo hacen con entonación y gracia y eso
ayuda a que todos sigamos mejor la ceremonia. Al acabar les traigo a la mayoría
en el vehículo y tratan de cantar y dar ambiente.
En Towama la situación es diferente. Las cosas están preparadas
y, aunque no hay mucha gente, por lo menos ves que saben donde están y siguen la
ceremonia. La parte de la luz se hace en torno al fuego que han encendido fuera.
El catequista tiene el cirio que les ha traído la monja y la entrada es de forma
ordenada y lenta, algo que no había
visto antes, por lo que les felicito.
Para las lecturas han hecho una selección y, aunque los que leen
no tienen mucha voz, por lo menos es claro y tiene sentido lo que leen. En la
homilía intento ser breve y después me doy cuenta de que están cansados, por lo
que procuro acabar la celebración cuanto antes, incluso quitando algún canto.
Acabamos y nos despedimos con un “hasta mañana” que nos habla de lo boda que
celebraremos y que a todos nos tiene enganchados.
En casa cuando llego aún no han acabado la celebración, están en
la iglesia; pero como estoy cansado y es tarde y mañana tengo que madrugar, me
voy a la cama para así el domingo poder estar en buena
forma.
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