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lunes, 28 de marzo de 2016

28 de Marzo de 2016

Lunes

Amanecemos sin luz y a buscar la linterna y a apañarse con ella toca. En casa en la parroquia hay dos bodas y yo también tengo lo mismo en un pueblo. Salgo temprano y lo primero digo la misa en el sitio donde ayer celebramos el matrimonio. No hay mucha gente, pero los que ayer se casaron están presentes y comulgan devotamente.
Ya no vuelvo a casa, pues estoy en el camino hacia Nagoyon-Balei los pueblos en los que vamos a tener la celebración hoy y llego con tiempo, pues hay mucho que organizar antes de que comience la ceremonia.
Para empezar me encuentro con los que se van a casar y ensayamos lo que tienen que hacer y leer. Las cosas van marchando, pero tengo también bautizos. Hay una mujer de las parejas que no está bautizada y hay que administrarle el bautismo antes de la boda y otros que no están confirmados, lo que hace que haya varios sacramentos en la misma celebración, bautismo para seis personas, dos adultos y cuatro niños, confirmación para cuatro y matrimonio para dos parejas y primera comunión para dos adultos.
Con todo esto la ceremonia se alarga un poco, pero no se llegan a cansar. Estamos al aire libre y, aunque hay bastante gente, hay espacio suficiente, lo que hace que los niños no hagan mucho ruido, ni siquiera los que han venido a ver lo que pasa. Hago que los que se casan hablen de la experiencia que han vivido durante el tiempo de preparación que hemos hecho juntos durante los dos años que nos hemos reunido y los demás siguen con interés y después la pregunta cae de su peso, lo mismo que ayer… ¿Quién va a ser el próximo que se anime?... Y hay varios candidatos. Eso me hace ver que seguiré teniendo trabajo que hacer con ellos.
Hay mucha más gente que otros días, pues además de los familiares que han venido de fuera, se juntan los curiosos que han venido a ver lo que pasa y aprovecho para invitar a todos a que participen en las reuniones, pues rezar a todos nos ayuda en la convivencia con los demás, especialmente si se la oración se hace juntos.
Al final de la misa hay una cosa tradicional, que es la presentación de regalos a las parejas. Los familiares y los amigos vienen en procesión a traerles los regalos que han preparado y que aquí se dan al final de la misa. La procesión con los regalos, los cantos y la danza siguen dando ambiente a la fiesta y todos se muestran contentos de vivir la ceremonia en la iglesia.
Después de la misa hay la mesa, en el pueblo de al lado y todos piensan si les voy a llevar en el coche, cosa que me es imposible, pues también pienso en encontrarme con Joseph antes de que salga de viaje de vacaciones y para el capítulo, pero aún así, viniendo en el sentido contrario de donde se va a comer, el vehículo está lleno de pasajeros.
Cuando vengo a Casa Joseph ya se ha ido, me ha dejado unas cuantas notas manuscritas y me llama también por teléfono para aclarar algunos puntos de lo que ha quedado pendiente, las obras de algunos sectores en particular. Se hará lo que se pueda.
Después de comer y un rato de siesta para recuperarme del cansancio, vuelvo otra vez al pueblo a visitar a la gente y a saludar a los familiares que han venido. La fiesta ya ha terminado y la situación es de calma. Acaban de comenzar un partido de fútbol y uno de los que se ha casado hace de árbitro. Bromeo con él diciendo que espero que no tenga que correr al final del partido. Me ofrecen comida, pero les doy las gracias y no lo traigo, pues en casa tenemos y creo que les puede hacer más falta a ellos.
Para la fiesta de la boda les he regalado la comida, lo que quiere decir arroz y alubias, de lo que vino en el contendor, además de pescado y condimentos. Es algo que suelo hacer siempre que puedo con los que tienen problemas económicos y el banquete les resulta imposible de pagar y por ello no se deciden a casarse.
En casa rezamos, cenamos y, por sorpresa, nos viene la luz, lo que nos permite estar comunicados con el exterior y seguir lo que pasa en el mundo, además de cargar las baterías de los diferentes aparatos.

 Creo que ha sido un día intenso lo que he vivido y lo que hemos compartido con otros, en especial las parejas que se han casado. A partir de ahora las cosas serán diferentes. Hay algo nuevo que ha comenzado y esperamos que se vaya desarrollando y llegando a madurez y que nuevas comunidades cristianas que viven su fe, vayan surgiendo por el testimonio de los otros. Ello me hace sentirme muy agradecido a Dios por lo que estoy viviendo con esta gente y por los extraordinarios ejemplos que están dando a los demás.

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