San José. Celebramos la misa solemne y la fiesta comienza. Me
dedico a felicitar a los Josés que puedo y, también hay reunión del consejo de
la parroquia, donde hay elecciones y se renueva el consejo, además de preparar las cosas para mañana,
que se presenta ajetreado.
A ratos hay luz, a ratos no. Va y viene. Por la noche no hemos
tenido luz y tampoco al levantarnos. Sí en la misa, pero ahora estamos con el
generador del centro de pastoral.
La comida es animada y, aunque la coci no se ha lucido
especialmente en el menú, por lo menos hay buen ambiente y comemos con
gusto.
Joseph tiene invitados, es su santo y hay gente que viene a
verle. Le dejamos con ellos y me voy a echar un rato la siesta antes de
emprenderla en los pueblos, donde me acompañan Samuel y la señora Cecilia, que
también será la madrina de algún bautizo, pues en la zona no hay mucho para
elegir.
Para empezar tenemos a los chinos que están haciendo obras de
conducción del agua y se ponen en cualquier sitio de la carretera, donde no hay
ninguna señal y te encuentras a veces con tapones de vehículos que no pueden
girar… Perdemos un rato de tiempo antes de salir de la ciudad, pero es “pecata
minuta”. Cuando llegamos al pueblo, las parejas ya están presentes y el ambiente
se vive y se palpa… A lo mejor es que yo me siento también muy dentro de la
celebración, pues soy bien consciente de que muchas cosas van a cambiar en un
pueblo donde hay gente que van a recibir regularmente la comunión y a los que
quiero acompañar diciendo la misa siempre que pueda.
En Tikonko también hay un grupo que está esperando y algunos
llegan más tarde, con lo que para el catecismo acaban siendo numerosos, casi el
doble que la semana pasada. Algunos, los menos, han venido con los padrinos, los
demás me dicen que siguen buscando las personas adecuadas.
La clase de catecismo se pasa entre recomendaciones, preguntas y
respuestas, recordarles lo que tienen que hacer, pedirles que repitan lo que les
digo para que me entere bien de que han comprendido… Y así también se va creando
un ambiente de familia en el que cada uno manifiesta su situación y lo que vive.
Es interesante ver que hay varios adultos que prometen que vendrán con su media
naranja, esposo o esposa, cosa que me hace pensar en un posible grupo de parejas
con los que trabajar y que será muy interesante por la estabilidad que darán a
la comunidad.
Volvemos a casa contentos de la experiencia, rezando el rosario
en el polvoriento camino y pensando en lo que nos espera mañana, que además de
las misas, habrá procesiones y que espero no sean muy largas y me dé tiempo para
llegar a todos los sitios.
En casa seguimos con la celebración de san José. Hay una señora
que desde Lungi ha venido a ver a Joseph y después aparece el cura que es
capellán militar y tenemos un rato de agradable conversación, hablando en
particular de los cambios en el consejo parroquial, pues él conoce bien a los
feligreses de la parroquia, ya que ha vivido aquí tiempo.
Estamos sin luz, pero el generador nos da la luz que nos hace
disfrutar mientras cenamos y luego seguir las noticias y enviar
correos.
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