Voy
a rezar a Towama. No está el catequista y parece que no va a haber mucha gente,
pero al final sí que hay un buen número, de catecúmenos en particular, pues les
hemos invitado a participar en la misa junto con los padres y padrinos. Llevará
tiempo hasta que nos acostumbremos, pero poco a poco las cosas irán cambiando.
Me
paso por la finca y como es temprano a quien veo es al guardián y vuelvo a casa
con el deseo de preparar cosas para los pozos, aunque la lluvia amenaza.
Me
viene a ver el pocero con alguien del pueblo y juntos hacen los trámites para
obtener los materiales necesarios para cimentar los pozos y nos despedimos
después de desearnos buena suerte y que estaremos en contacto por el teléfono.
Joseph
se va de vacaciones y va a llevarle al aeropuerto Christopher, así que me quedo
solo en casa, con la compañía de la lluvia intermitente y la falta de contacto
con los de los materiales de los pozos, pues por más que he llamado, siempre el
teléfono me da que no hay cobertura. Por lo menos me queda el consuelo de decir
que cuando no hay noticias, son buenas, porque las malas llegan rápido…
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