Ha
llovido por la noche, pero me parece que no mucho. He podido dormir mejor que
ayer y me voy a rezar a Tikonko. Les llevo una lámpara que se carga con energía
solar y les hace ilusión. Son pocos al principio, pero algunos más van llegando
y a todos invito a ser regulares y a venir con alguno más.
Sigo
insistiendo en la idea positiva de la bendición de Dios para cada uno de
nosotros y en la llamada que hemos escuchado en el evangelio a Mateo.
Después
me voy a Balei donde he querido reunir a los jóvenes, pero ni ellos lo tienen
claro, ni a mí me parece que merecen mucha atención después de escuchar al
maestro que me habla de que esperan que les dé trabajo ahora para sacar dinero
y que no están tan interesados en plantar árboles. Estoy seguro de que la
ignorancia es tan atrevida…
Comienza
a llover cuando estamos en la escuela y volvemos todo le camino con lluvia. En
Tikonko encontramos a alguien que nos lleva a un sitio donde ya han trabajado
con el motocultor que tienen y, como es el camino hacia Gbalehun, no damos
vuelta, sino que avanzamos. Como la lluvia sigue, nos encontramos con que los
alumnos han sido enviados de la escuela a sus casas y hay un solo maestro. Le
decimos que esperamos a lista de los que quieren entrar en el proyecto moringa
y nos promete hacerlo cuanto antes.
El
camino a casa es pasando por la tierra de Tikonko y por nuestra finca donde me
doy un paseo alrededor para ver lo que han hecho y veo que mañana no puedo
marcar el terreno para plantar árboles porque no ha sido limpiado todavía. Le
pongo las cosas claras a quien lo tienen que hacer y espero que para la semana
que viene se pueda hacer lo que esperaba esta.
Cuando
vuelvo a casa son las doce, buen momento para tomarme un buen vaso de agua y
esperar a la comida que no va a tardar.
Después
de la siesta leo un rato y me conecto para saber cómo anda la reserva de mi
billete y me siguen prometiendo que mañana y esperemos que esta sea la
definitiva.
Salgo
al taller del soldador, que está haciendo ventanas para la iglesia de Towama y
veo lo que hace y le doy lo que le falta para concluir el trabajo. Está
lloviendo a ratos y no me hace ninguna ilusión ir a los pueblos para no
encontrar a gente y sí encontrar problemas en el viaje por la irregularidad de
las carreteras.
Oraciones,
cena, noticias, crónica y leer completan la jornada.
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