Es
primer sábado de mes, lo que quiere decir que toca limpieza en el barrio y
nadie se mueve antes de las doce, Como no voy a la finca porque no puedo hacer
el trabajo, me lo tomo con calma y dejo sonar le despertador, me doy media
vuelta y logro dormir un buen rato. Después leo y luego me levanto con la luz
del día, ya que la otra se ha ido y después de una limpieza de la habitación
voy a desayunar. Todo está en calma.
Me
paso el tiempo de la limpieza entre lectura, oración y preparar lo de los
pueblos de la tarde. Y cuando he comido y dormido un rato, se pone a medio
llover, pero luego escampa. Me voy a Tikonko, pasando por la finca, donde están
trabajando algunos albañiles y tengo problemas con la pista, que está en obras
y con la lluvia se patina mucho.
Como
he llegado con tiempo voy a ver a una familia en su casa y me dicen que alguien
tiene un problema en una mano y le voy a ver a su casa. Se le ha infectado un
pinchazo de una espina de una palmera y tiene la mano como un botijo… Lo he
visto varias veces y me resulta difícil de creer algo que no es corriente, pero
pasa, infecciones galopantes en poco tiempo… Le han puesto un emplasto de
hierbas y rezamos una oración con la familia. Voy también a ver al de las
colmenas y me promete algo que no me creo, encontrarme abejas…
Se
hace la hora y amenaza lluvia, llevo a algunos en el vehículo a la iglesia y
esperando me lavan el coche en la bomba manual que tenemos en la iglesia. Unos
pocos más van llegando y comenzamos la reunión. Las tres parejas que piensan en
casarse en la iglesia están presentes y luego, muy tarde, llegan algunos más
con la disculpa de que hemos adelantado la hora.
Hoy
les ha llamado la atención lo cercano que les resulta el evangelio con lo que
se les pide que hagan las parejas, ir de dos en dos, anunciar el evangelio,
venir y comunicar lo que han hecho y volver otra semana a recomenzar. Les ha
sorprendido el ver la cercanía del evangelio con sus vidas y se han sentido
animados a seguir en el camino.
Una
vez acabada la reunión, he estado un rato con ellos en el terreno que están
plantando de moringa al lado de la iglesia. Veo que se sienten contentos de lo
que están haciendo y les animo a que sigan con el trabajo, pues será la forma
de poder permitirse que el cura venga donde ellos y ellos le puedan pagar el
viaje.
Vuelvo
a casa pasando por la finca y con las prisas de pensar que va a llover y
prefiero que me pille la lluvia en casa, mejor que en la pista que no es nada
agradable conducir con lluvia.
La
luz del generador nos permite cenar, ver las noticias y hacer la crónica.
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