Amanece el
día lluvioso, lo que nos permite no sudar mucho; después de desayunar Uba se va
con el periodista hacia la capital. Nosotros nos quedamos en casa y, como sigue
lloviendo, aprovechamos el tiempo haciendo ejercicios de lectura y comprensión
del inglés con los jóvenes que están con nosotros. Tienen sus problemas, pues
suelen hablar en criollo y a la hora de leer y escribir, eso no les ayuda
mucho.
El día
lluvioso sigue y después de comer la gente se echa bien la siesta. El día
plomizo invita a dormir. Pareciera que el sol es el regulador de una actividad
que cuando no brilla se ve ralentizada y casi puesta en sordina.
Por la tarde
seguimos con la preparación de la liturgia que habíamos empezado hace unos días
y vemos que les cuesta mucho desenvolverse, pues el nivel de los jóvenes parece
más bien bajo. Lo mismo pasa después de cenar que tenemos un rato de aprendizaje
de español. Seguir un canto es algo que les lleva una cantidad de tiempo grande
y no logran retener ni melodía ni palabras. La paciencia también tiene que ser
algo que se ejercite aquí.
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