Anoche llovió y el ambiente se refrescó un poco. Hoy la clase sigue con
los mismos derroteros y trato de hacerles intervenir y que hagan preguntas, cosa
que les cuesta mucho. Están muy acostumbrados a la pasividad.
Por
la tarde vamos a los pueblos. El
camino está malo y nos lleva mucho tiempo. Pasamos por Tikonko donde se está
construyendo una iglesia. Las obras van a buen ritmo y se ve que la cosa
avanza.
Al pasar por el camino hay unas casas que
tienen una cinta roja alrededor, el signo de la cuarentena por el ébola.
Esperemos que no vaya más lejos la cosa.
Vamos a Cassama y nos recibe un buen chaparrón. Si la lluvia es siempre
una bendición, esperemos que lo sea para este pueblo donde estamos en los
comienzos de la actividad. Había al final diez adultos que participaron en la
oración. Rezamos el rosario y al final les di la bendición y les repartí una
estampa de María Auxiliadora y también les dejé un calendario que recibieron con
alegría.
Volvimos a
Valehun y la gente nos estaba esperando ya en la capilla. Una veintena de
adultos y número doble de críos.
Nos saludamos, estuvimos intercambiando noticias y rezamos una parte del
rosario, pues ya se habían reunido y rezado ellos el rosario por la
mañana.
Nos
prometimos ser fieles al encuentro de los miércoles por la tarde en la medida de
nuestras posibilidades y nos despedimos. Eran las siete en punto. Algunos de la
comunidad nos acompañaron hasta el cruce de Tikonko, pues iban a
Lembema.
Volver a
casa desde este pueblo nos llevó más de una hora y es que el camino está en muy
mal estado.
Cenamos y
me puse a trabajar en el ordenador. De nuevo nos visitó la lluvia lo que nos
permitió dormir sin sudar.
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