Vistas de página en total

domingo, 26 de octubre de 2014

LA SEGUNDA SALIDA DE LA MOCHILA.

Esta vez no era domingo ni día de fiesta, sino un día ordinario, miércoles por la tarde. Yo estaba muy tranquila reposándome en mi estantería a la que ya me voy acostumbrando y, de repente, mi dueño entró en la habitación, me sacó de la estantería, me puso de nuevo encima de la cama y metió en mí unos cuantos libros, una máquina de fotos, una linterna, un mazo de estampas de la Virgen, una camiseta que le oí decir que era de repuesto, y un aparatito, una especie de radio que vi que tenía escrito en su parte alta “proclaimer” y en otra cara, en pequeñito “Faith comes by hearing”. Y sin esperar más, me echó a la espalda, se puso el sombrero y salimos de casa.
 El vehículo estaba esperándonos y listo para el camino, que era el mismo por el que habíamos ido el domingo. Hoy nos acompaña el grupo de gente joven que está con nosotros y desde la parte trasera nos animan porque están siempre cantando. El camino está en mal estado y al vehículo le cuesta mucho avanzar a cuenta de los continuos baches, pero con paciencia todo se alcanza, dice la santa de hoy… Cuando llegamos al puesto de control, todos nos bajamos, fuimos donde los enfermeros, nos tomaron la temperatura con los termómetros que son como pistolas y volvimos al vehículo.


La Mochila, testigo de lo que le pasa a su dueño
Pero hoy no fuimos al pueblo donde estuvimos el domingo, hoy fuimos a visitar un sitio en el cual había gente en plan de construir, por lo que comprendí será una iglesia, y estaban comenzando con los cimientos. Allí nos entretuvimos un rato, mi dueño me llevaba a la espalda, sacó la cámara, tomó unas cuantas fotos y luego nos fuimos por otro camino bastante largo y que yo aún no conocía.
 Primero llegamos a un pueblo. Nos paramos, saludamos a los que estaban presentes, como se hace ahora, sin tener contacto físico, pues hay una enfermedad que asusta mucho a la gente y que mata a muchos, que se llama “ébola” y por eso no se tiene contacto físico unos con otros; pero pude percibir la alegría que la gente del pueblo, los niños en particular, tenían al ver de nuevo a mi dueño y le deseaban la bienvenida y sonreían y manifestaban alegría de verle y yo me sentí muy orgullosa de pertenecer a alguien con quien la gente se pone tan contenta cuando le ve.
 Mi dueño les dijo que quería ir a otro pueblo y que se prepararan, que vendría luego para rezar juntos. Ellos le dijeron que lo harían, pero que aún había muchos que estaban en el campo y que cuando volvieran se lo dirían.
Así emprendimos de nuevo el camino, que ahora seguía siendo bastante difícil, pero el vehículo respondía bien y avanzamos sin problemas. Acabamos llegando a otro sitio en el que también algunos nos recibieron con alegría, pero se veía que estos estaban menos familiarizados con mi dueño, pues no veía las expresiones de alegría en los rostros de todos como en el pueblo anterior. Mi dueño hizo el comentario “tengo que venir también aquí regularmente, como lo he hecho en el otro pueblo, pues aquí hay una comunidad de gente que buscan a Dios y necesitan un guía”
Fuimos a saludar a la jefa del pueblo que es una señora que habla muy poco inglés. Después nos acercamos al río. Este pueblo tiene un río enorme y en la orilla había unas canoas y los que iban con mi dueño se acercaron y tenían ganas de montar en ellas. Y luego subimos por una pendiente hasta donde está la escuela, que ahora está vacía y una de las aulas sirve de sitio para reunión de los que rezan.
Una persona explicó que se les había caído la iglesia que tenían por causa de las lluvias y que ahora se reunían en esa aula esperando que construyan otra iglesia. También dijo que la gente estaba en el campo y que no era posible encontrarlos sino más tarde.
Mi dueño les dijo que no se preocuparan, que la primera vez había venido a saludarles y que ya nos encontraríamos regularmente más adelante. Juntos rezamos una decena del rosario y al finalizar, mi dueño les dio la bendición y sacó las estampas que yo le guardaba y les dio una a cada uno de los presentes y les dijo que en el mes de octubre los cristianos solemos rezar a María el rosario y les animó a hacerlo y se despidió hasta la próxima vez.
Ahora sí que vi las caras de los pocos presentes que estaban contentos y sobre todo cuando les prometió que vendría de forma regular para que rezáramos juntos, mientras se despedían hasta el próximo miércoles.
Volvimos por el camino que ahora ya me resultaba más familiar y llegamos al pueblo donde habíamos estado antes. Aquí la gente seguía siendo la misma y los que esperábamos no habían vuelto aún del campo. A pesar de todo nos reunimos en la iglesia, una salita pequeña y ordenada, después de haber saludado a los que estaban en las casas y ver la alegría que tenían de ver a mi dueño de nuevo y que le recibían como alguien de casa y le hacían muchas preguntas y sonreían.
Juntos rezamos una parte del rosario y lo mismo que en el otro pueblo, les bendijo y sacó de mi interior las estampas y se las distribuyó animándoles a rezar el rosario como lo solían hacer también juntos en el mes de mayo.
Cuando volvíamos por el camino ya era de noche. Se puso a llover y los que nos acompañaban que estaban detrás en el vehículo abierto, se pusieron a cantar canciones a la Virgen. Yo me sentía muy a gusto de haber visto nuevos pueblos, conocido nueva gente y saber que mi dueño me va a emplear más de lo que yo me había podido imaginar, pues en el recorrido he visto que mi dueño señalaba otros pueblos y decía que aún no los había visitado, pero que sin tardar lo haría.
De nuevo cuando volvimos, que ya era noche cerrada, me desocupó de los libros y estampas, echó una mirada al proclaimer y dijo “hoy no te hemos utilizado, pero la próxima vez lo haremos para que proclames lo que tienes dentro, la Palabra de Dios”.

Y sin más me volvió a mi sitio de costumbre, me dejó y salió. Durante la noche he visto cómo se pasaba largo tiempo en el ordenador escribiendo lo que habíamos vivido por la tarde y disfrutando mientras escribía  tratando de contárselo a los demás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario