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miércoles, 12 de noviembre de 2014

12 de Noviembre de 2014

Miércoles

Como los chavales están cansados no vamos a trabajar en la finca, pero sí lo hacemos en cosas de los alrededores de la casa. Uba va a llevar a los que trabajan en la iglesia en Tikonko, pues han tenido problemas con su vehículo, y nosotros percibimos bien el cansancio de los chavales, pues incluso aquí se sientan a veces a descansar.
      Por la tarde vamos a los pueblos, Cassama y Valehun. Hace dos días que no llueve y la carretera comienza a secarse. Como hemos salido pronto, llegamos a destino antes que otros días y vemos a la gente volver del campo y prepararse para venir a rezar. Me doy una vuelta por la escuela, aulas abiertas, buena construcción, pero sin mobiliario. El ébola tiene todo paralizado y no sabemos hasta cuando.
       Poco a poco van llegando y nos reunimos en el aula de clase. El número es el mismo, una veintena en total, y nos vamos conociendo y tratamos de hacer que el encuentro sea algo agradable y ameno. Hay gente que no ha venido porque están en el campo acabando de recoger la cosecha.
       En Valehun el que tiene la llave de la iglesia no ha vuelto del campo y estamos un rato esperando a que nos abran. Por fin nos juntamos y tratamos de recordar el evangelio que han leído por la mañana en la oración que hacen cada día, pero les cuesta acordarse.
       Les invito a rezar en cada casa, marido y mujer con los hijos. Hay varios que lo prometen y veremos a ver si la semana que viene lo han hecho y podemos pensar en comenzar la reunión con las parejas también aquí.
       El hecho de esperar, nos ha retrasado y llegamos a casa muy tarde, casi las nueve, pues el camino está en mal estado. Aquí nos encontramos con Coco, el cooperante que había ido la semana pasada a ver los sitios en los que ha trabajado y que ha vuelto y está dispuesto a trabajar con nosotros.
       También se han reintegrado los muchachos que habían ido a la capital a cuenta de los problemas de alojamiento del barrio enfrente de nuestra casa. Parece ser que las cosas se han calmado y no habrá desalojos, al menos por ahora.

       Después de cenar estoy hablando un rato con el cooperante  y manifiesta su preocupación por la situación que se vive en el país, pero sus ganas de trabajar en ayudar a los que pueda están muy presentes y le animo a hacer lo que pueda por unos y por otros.  

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