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domingo, 30 de noviembre de 2014

30 de Noviembre de 2014

Domingo

   Uba va a Tikonko, preparando las cosas para la próxima inauguración de la nueva iglesia y yo voy a Mattru. El camino está practicable y la moto me lleva sin problemas.

Iglesia de Tikonko 

       Llego temprano pero ya hay gente esperando. Voy saludando a cada uno de los presentes personalmente y otros se van sumando. El número está alrededor de los doscientos cincuenta presentes con un buen porcentaje de niños.
       En el momento de la homilía los niños van a la sala de clase, lo que me permite hablar con mayor libertad a los adultos. Hoy tengo el cuentecito que también utilicé ayer con las parejas, de los pájaros emigrantes, cosa que siguen con atención, lo mismo que la consigna de que la misa empieza cuando abandonamos el sitio donde rezamos y dura hasta la próxima semana que nos encontraremos de nuevo.
      Me prometen hacer alguna cosa concreta, en particular en los barrios con la gente necesitada y les digo que espero que me cuenten lo que han hecho la semana que viene. El adviento ha comenzado y les he invitado a hacer algo concreto por los que tienen necesidad; lo mismo que esta semana se nos invita a velar, la semana pasada se nos decía qué tenemos que hacer en la vela: ver las necesidades del otro.
        La vuelta a casa ha sido una suerte, pues una moto que iba en dirección contraria me ha dicho que espere que viene a buscarme. Era el constructor de la iglesia que iba en busca de algunas cosas a su pueblo y que me la envió amablemente cuando ya había andado unos veinte minutos, pues hoy había pocas motos disponibles.
        La tarde ha sido tranquila. Ha muerto el padre de un salesiano aquí en la  ciudad y hay las visitas de rigor. También está nublado y acaba lloviendo un rato. La casa está vacía sin la presencia de los jóvenes que hasta ahora la llenaban de vida, pero estamos en otra nueva etapa y las cosas serán diferentes, pero sabiendo que Dios sigue presente en nuestras vidas.

        También el último día del mes nos acordamos de Don Bosco y le pedimos su ayuda.

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