Me levanto con
ánimo, pero me doy cuenta que el cansancio que tengo es grande. Uba va a Kenema
para resolver algunos asuntos y nos quedamos haciendo labores alrededor de casa.
Yo duermo un rato y cuando me despierto me encuentro más recuperado, pero busco
una moto y me voy a la farmacia a comprar un antipalúdico, antes de que sea más
complicado, pues tengo fiebre. Y es que ahora en cuanto hay fiebre, lo primero
en que se piensa es el ébola… El de la moto es muy amable, vamos hablando de
muchas cosas y nos encontramos con una manifestación. Unas cincuenta motos
recorren el camino gritando algo sobre el ébola. Detrás viene una furgoneta con
altavoces y sensibilizando a los que escuchan.
Comienzo el
tratamiento del paludismo y por lo menos no tengo problemas con las pastillas,
pues si espero más tiempo, después mi estómago no acepta comprimidos. Duermo un rato y lo mismo hago después
de comer sudando abundantemente.
Voy a los
pueblos para la reunión de las parejas y pasamos por Tikonko, donde están
poniendo las chapas del tejado al edificio de la iglesia que estamos
construyendo. Las obras van a buen ritmo y esperamos inaugurarla en
diciembre.
Las parejas
están presentes y activas, aunque la cosa avanza lenta. Hay alguien que está
enfermo y rezamos por él, lo mismo por los que no han venido, a la vez que
prometemos ir a visitar a los ausentes.
A la
vuelta a casa no tenemos luz y sí complicaciones con el grupo electrógeno,
además de problemas con la leña que está mojada y ahúma mucho, por lo que la
cena se retrasa un rato, pero al final todo tiene solución. Yo estoy cansado y
con ganas de dormir, pero sin mucha fiebre, por suerte.
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