Van a trabajar a
la granja, pero hay varios que nos quedamos. Todos andamos con el paludismo,
pero las cosas van a su ritmo mejorando.
Viene a
verme el catequista, que piensa en darme clase y, aunque indispuesto por el
paludismo, estoy disponible, pues no es algo que encuentre todos los días. Y en
cuanto empezamos, se presenta el constructor de la comunidad de Mattru con
planos del terreno y queriendo saber algo más sobre lo que necesitamos, pues le
he pedido un presupuesto, algo que veo que es complicado, pero que trato de
explicarle que es lo primero que necesitamos si queremos construir un edificio,
tener un cálculo de lo que nos puede costar.
Creo que ha comprendido y me promete
hacer lo posible por conseguir lo que le pido. Me pide también un calendario de
María Auxiliadora, y le doy unos cuantos de los que me quedan que llegaron en
agosto y que están en francés, pero
no importa, los calendarios le llenan de alegría.
No sé por
qué hoy, 24, la cosa ha aparecido así, pero por lo menos ya le he dicho a Ella
que haga su trabajo y parece ser que hoy, su día, me está diciendo que quiere
estar presente entre la gente y por eso le he dado varios calendarios y lo mismo
he hecho luego con el catequista. Sé que Ella hará bien su trabajo y se lo pido
en especial en su día.
Vuelven del
trabajo de la granja y yo sigo un rato con el catequista y con la clase de
lengua. Después hablo un momentito con Samuel, el salesiano joven, quien me hace
ver que la cuestión de leer no es lo que les interesa a los jóvenes que están
con nosotros. Me preocupa porque es la realidad, pero no encuentro una solución
fácil a ese problema del que hemos hablado varias veces.
Después de la
comida y la siesta me paso un rato leyendo y Samuel viene para dar su clase y
hacer que los muchachos lean un rato. Estoy presente y veo las dificultades
enormes que tienen para leer y trato de volver a leer los párrafos con ellos y
buscamos comprender las palabras y al final de la clase dos de los más
problemáticos se quedan un rato conmigo y me hacen ver su interés, pero la
realidad es que en la escuela lo que les pasa es que el que no sabe leer, lo
pasa mal porque los otros se ríen de él… Les hago ver que aquí no estamos en la
escuela, estamos para ayudarnos y para aprender. Se sienten confiados y leemos y
les encanta lo que hemos hecho y se llevan el libro y me prometen que vendrán a
verme para que les ayude.
Me
encuentro contento de la reacción y creo que es lo que me faltaba de comprender
en ellos, que a pesar de que yo me esfuerzo en hacerles comprender la necesidad
de la lectura, su experiencia
negativa de la escuela pesa mucho, y llegar a romperla y ver las cosas en
positivo no pasa la primera vez… Y también en eso trato de ver la presencia de
la Madre en su día y le agradezco el trabajo que ha hecho entre nosotros, pues
creo que es el principio de un camino muy importante para los jóvenes que están
con nosotros, tener una experiencia positiva de la lectura.
Sigo
tomando las medicinas para el paludismo y sigo sudando abundantemente, lo que
acumula camisetas para lavar, pero no me siento mal ni muy cansado.
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