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lunes, 24 de noviembre de 2014

24 de noviembre de 2014

Lunes

Van a trabajar a la granja, pero hay varios que nos quedamos. Todos andamos con el paludismo, pero las cosas van a su ritmo mejorando.
       Viene a verme el catequista, que piensa en darme clase y, aunque indispuesto por el paludismo, estoy disponible, pues no es algo que encuentre todos los días. Y en cuanto empezamos, se presenta el constructor de la comunidad de Mattru con planos del terreno y queriendo saber algo más sobre lo que necesitamos, pues le he pedido un presupuesto, algo que veo que es complicado, pero que trato de explicarle que es lo primero que necesitamos si queremos construir un edificio, tener un cálculo de lo que nos puede costar.
        Creo que ha comprendido y me promete hacer lo posible por conseguir lo que le pido. Me pide también un calendario de María Auxiliadora, y le doy unos cuantos de los que me quedan que llegaron en agosto  y que están en francés, pero no importa, los calendarios le llenan de alegría.
       No sé por qué hoy, 24, la cosa ha aparecido así, pero por lo menos ya le he dicho a Ella que haga su trabajo y parece ser que hoy, su día, me está diciendo que quiere estar presente entre la gente y por eso le he dado varios calendarios y lo mismo he hecho luego con el catequista. Sé que Ella hará bien su trabajo y se lo pido en especial en su día.
      Vuelven del trabajo de la granja y yo sigo un rato con el catequista y con la clase de lengua. Después hablo un momentito con Samuel, el salesiano joven, quien me hace ver que la cuestión de leer no es lo que les interesa a los jóvenes que están con nosotros. Me preocupa porque es la realidad, pero no encuentro una solución fácil a ese problema del que hemos hablado varias veces.

      Después de la comida y la siesta me paso un rato leyendo y Samuel viene para dar su clase y hacer que los muchachos lean un rato. Estoy presente y veo las dificultades enormes que tienen para leer y trato de volver a leer los párrafos con ellos y buscamos comprender las palabras y al final de la clase dos de los más problemáticos se quedan un rato conmigo y me hacen ver su interés, pero la realidad es que en la escuela lo que les pasa es que el que no sabe leer, lo pasa mal porque los otros se ríen de él… Les hago ver que aquí no estamos en la escuela, estamos para ayudarnos y para aprender. Se sienten confiados y leemos y les encanta lo que hemos hecho y se llevan el libro y me prometen que vendrán a verme para que les ayude.
       Me encuentro contento de la reacción y creo que es lo que me faltaba de comprender en ellos, que a pesar de que yo me esfuerzo en hacerles comprender la necesidad de la lectura,  su experiencia negativa de la escuela pesa mucho, y llegar a romperla y ver las cosas en positivo no pasa la primera vez… Y también en eso trato de ver la presencia de la Madre en su día y le agradezco el trabajo que ha hecho entre nosotros, pues creo que es el principio de un camino muy importante para los jóvenes que están con nosotros, tener una experiencia positiva de la lectura.

       Sigo tomando las medicinas para el paludismo y sigo sudando abundantemente, lo que acumula camisetas para lavar, pero no me siento mal ni muy cansado.

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