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viernes, 12 de diciembre de 2014

12 de Diciembre de 2014

Viernes

Hoy viernes, los jóvenes del grupo misionero van a trabajar a nuestra finca. Hay un grupo numeroso y el trabajo es animado, aunque se nota que no son gente acostumbrada a limpiar como lo hacen los de los pueblos. Por lo menos el ambiente es bueno y están entusiasmados con el trabajo que hacen. Nosotros estamos contentos con ellos y esperamos el día en que los podamos reunir en el sitio donde ahora van a limpiar…
       Por la mañana viene a casa el profesor de mende y nos pasamos más de dos horas trabajando. Da gusto estar con una persona que conoce la lengua y tiene interés en enseñarte. Se me pasa el tiempo sin enterarme. Hemos trabajado mucho rato en leer un trozo del evangelio, pues como es algo que ya sé en otra lengua, al leer en una que no sabes, hay muchas cosas que te ayudan a comprender y eso te anima a seguir en el trabajo.
      Por la tarde es el momento de ir a los pueblos y Philip nos acompaña. Cuando llegamos al primero, Valehun, hay un entierro de alguien que ha muerto de muerte natural en la ciudad y que le traen a enterrar en su pueblo. Hay mucha gente y el pueblo está centrado en la ceremonia, lo que no impide que uno de los maestros nos venga a saludar y nos haga saber que en Cassama ha habido problemas con el ébola.
       Conscientes de la noticia, vamos al pueblo dispuestos a ver lo que pasa y tomando las precauciones convenientes. En el camino montamos en el vehículo a varios que vuelven del campo. Unos están enterados y otros parece que no lo saben.
         Por lo que comprendemos, ha habido una persona que ha llegado al pueblo procedente de otro pueblo al otro lado del río y como estaba enfermo ha ido al centro de salud… Se sospecha si esa persona pueda tener ébola y le han evacuado al hospital y ahora todo el personal del centro de salud está en sus casas en cuarentena, esperando el resultado de los análisis de la persona enferma.
       En el pueblo la gente está muy afectada. Se les ve tristes y, aunque algunos vienen a recibirnos, se ve que la situación que viven les ha dejado profundamente tocados, lo mismo que nos ha pasado a nosotros, pues no nos lo esperábamos.
       La semana pasada habíamos tenido un inicio de un posible oratorio con unos doscientos críos y jóvenes dispuestos a jugar y hoy no hemos encontrado a ninguno, el campo está vacío y nadie aparece en escena.
        Vamos hasta el río, la visita que hacemos siempre. El nivel del agua sigue descendiendo, pues las lluvias parece que se han acabado y también hoy se percibe por primera vez la presencia del harmatán, que aquí es mucho más débil que más cerca del desierto, pero que te da una sensación agradable, ya que ha refrescado y no sudas como lo hacías hasta ahora.

      En la oración estamos cuatro personas y nos prometemos rezar los unos por los otros y a ver qué noticias tenemos la semana que viene. Nos hemos dado una vuelta por el pueblo y hemos visto las casas con la típica cinta roja alrededor que indica la cuarentena… Esperemos que no se confirme la enfermedad y que les liberen de la cuarentena lo antes posible.
      Cuando llegamos a Valehun todavía están los del entierro en plena faena y el pueblo entero está volcado en la función, por lo que ni intentamos entrar. Seguimos nuestro camino hacia casa esperando que la semana que viene podamos hacer lo que no se ha podido esta semana.

        En casa estamos sin luz y, aunque encendemos el generador, tampoco hay conexión a internet. Me da tiempo a escribir una parte de la crónica y el resto esperemos que lo pueda hacer más tarde.

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