Uba sale
temprano, pues tiene dos sitios para la oración. Yo voy un poco más, tarde, pero
trato de estar antes de que la gente llegue para recibirlos y saludarlos. Hoy
las cosas son fáciles, pues está nublado y cuando falta el sol, la gente llega
retrasada… Eso es algo que pasa en cualquier sitio que no hay
relojes…
A pesar de que
la gente se retrasa, a la hora de comenzar hay un buen número y hoy casi llegamos a los doscientos
cincuenta. Por mi parte trato de dar una palabra de aliento al personal
partiendo de la primera lectura y les animo a que ellos mismos sean los que
lleven la palabra de aliento a los que ellos conocen y saben que lo necesitan.
Como
la homilía es dialogada, ellos me contestan a muchas de las preguntas que les
hago y me prometen que el domingo que viene me contarán alguna de las
experiencias vividas durante la semana.
Hoy no sé por qué la procesión de
ofrendas es más numerosa que otras veces y los dones son dos sacos llenos de
cosas, la mayoría productos del campo que ellos mismos cosechan y traen para
presentar.
Procesión de ofrendas... Los primeros traen el pan y el vino y los otros, toda clase de objetos transportados en la cabeza... |
No
está el catequista, pero hay otro que me traduce y que pienso que hasta lo hace
mejor que el catequista. Es bueno ir conociendo personas y valores en la
comunidad y hoy lo he podido comprobar. Seguiré visitando las familias y
conociendo gente para también animarles a poner sus cualidades al servicio de
los demás.
La vuelta
a casa es fácil, pues hoy encuentro una moto sin tardar. Meto la ropa en la
lavadora para quitarle el sudor, pues hay luz, y luego leo un rato.
Después de la comida trato de echar un la siesta a la vez que también
busco al que me cambia dinero, pues se nos ha acabado el efectivo. Después el
calor es mucho y lo que sudas es abundante, pero eso no me impide leer un libro
y limpiarme de vez en cuando el sudor
Uba ha ido
a Tikonko a preparar cosas y hay gente que va llegando para la ceremonia de
mañana. Les acogemos, cenan y luego les distribuimos los sitios para dormir.
Estamos sin luz y el grupo electrógeno nos sirve como remedio. Hay quienes
vienen desde la capital y algunos salesianos de la otra presencia en
Lungi.
Aquí
la gente está acostumbrada a viajar en condiciones penosas y ahora es difícil a
cuenta de los controles en las carreteras. Desde la capital puedes pasar una
docena de controles. Te tienes que bajar del vehículo, pasar por el puesto de
control, lavarte las manos, que te tomen la temperatura… Y eso lleva tiempo y se
hace engorroso, y si tienes fiebre… Vienen los problemas. Además las carreteras
están cerradas por la noche y la circulación se hace sólo por el día para evitar
la propagación del virus, cosa que no sé si es muy efectiva, pero por lo menos el no
poder viajar en cualquier momento es una realidad que dura ya mucho tiempo y a
lo que la gente acaba por acostumbrarse.
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