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domingo, 7 de diciembre de 2014

7 de Diciembre de 2014

Domingo

Uba sale temprano, pues tiene dos sitios para la oración. Yo voy un poco más, tarde, pero trato de estar antes de que la gente llegue para recibirlos y saludarlos. Hoy las cosas son fáciles, pues está nublado y cuando falta el sol, la gente llega retrasada… Eso es algo que pasa en cualquier sitio que no hay relojes…
      A pesar de que la gente se retrasa, a la hora de comenzar hay un buen número  y hoy casi llegamos a los doscientos cincuenta. Por mi parte trato de dar una palabra de aliento al personal partiendo de la primera lectura y les animo a que ellos mismos sean los que lleven la palabra de aliento a los que ellos conocen y saben que lo necesitan.
        Como la homilía es dialogada, ellos me contestan a muchas de las preguntas que les hago y me prometen que el domingo que viene me contarán alguna de las experiencias vividas durante la semana.
        Hoy no sé por qué la procesión de ofrendas es más numerosa que otras veces y los dones son dos sacos llenos de cosas, la mayoría productos del campo que ellos mismos cosechan y traen para presentar.
Procesión de ofrendas... Los primeros traen el pan y el vino y los otros, toda clase de objetos transportados en la cabeza...

        No está el catequista, pero hay otro que me traduce y que pienso que hasta lo hace mejor que el catequista. Es bueno ir conociendo personas y valores en la comunidad y hoy lo he podido comprobar. Seguiré visitando las familias y conociendo gente para también animarles a poner sus cualidades al servicio de los demás.
       La vuelta a casa es fácil, pues hoy encuentro una moto sin tardar. Meto la ropa en la lavadora para quitarle el sudor, pues hay luz, y luego leo un rato.
         Después de la comida trato de echar un la siesta a la vez que también busco al que me cambia dinero, pues se nos ha acabado el efectivo. Después el calor es mucho y lo que sudas es abundante, pero eso no me impide leer un libro y limpiarme de vez en cuando el sudor
       Uba ha ido a Tikonko a preparar cosas y hay gente que va llegando para la ceremonia de mañana. Les acogemos, cenan y luego les distribuimos los sitios para dormir. Estamos sin luz y el grupo electrógeno nos sirve como remedio. Hay quienes vienen desde la capital y algunos salesianos de la otra presencia en Lungi.
        Aquí la gente está acostumbrada a viajar en condiciones penosas y ahora es difícil a cuenta de los controles en las carreteras. Desde la capital puedes pasar una docena de controles. Te tienes que bajar del vehículo, pasar por el puesto de control, lavarte las manos, que te tomen la temperatura… Y eso lleva tiempo y se hace engorroso, y si tienes fiebre… Vienen los problemas. Además las carreteras están cerradas por la noche y la circulación se hace sólo por el día para evitar la propagación del virus, cosa que no sé si  es muy efectiva, pero por lo menos el no poder viajar en cualquier momento es una realidad que dura ya mucho tiempo y a lo que la gente acaba por acostumbrarse.


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