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jueves, 25 de diciembre de 2014

25 de Diciembre de 2014

Jueves

Por la noche vino la luz y cuando me desperté trabajé un rato en el ordenador, pero no había conexión. He dormido mejor que ayer, pero también he estado muchos ratos despierto, tiempo que dedico a rezar.
         Por la mañana tenemos luz, lo que nos permite hacer las cosas con cierta normalidad y dedicación, antes de salir hacia los pueblos para la misa.
         Empezamos por que no hay conexión telefónica y la moto que ayer me prometió venir no llega y me tengo que buscar otra. Aparece un chaval amable que me lleva a Mattru y me promete estar de nuevo para llevarme al pueblo siguiente, cosa que no sucede y que me hace buscarme la vida de nuevo.
       A todo esto hemos adelantado la misa una hora y si además contamos que estamos en tiempo de harmatán, para ellos es un esfuerzo grande el venir a la misa temprano, pues aquí es invierno para ellos; pero están presentes y les felicito.
        Al final de la misa reparten los regalos a los niños, pero yo tengo mi preocupación en encontrar el medio de locomoción que me lleve al otro pueblo. Uno de los que han venido a misa y que tiene moto me ve que estoy buscando y me ofrece llevarme hasta que encuentre la moto que me lleve. Le pasa la moto a un joven y emprendemos viaje, que en el camino se corta porque la moto se para. Después de varios intentos al final acaba marchando de nuevo y me conduce al sitio donde encuentro otra moto que me lleva al pueblo siguiente.
        Llego con el tiempo justo, saludo a la gente que ya está en la capilla, abarrotada, y empezamos la misa. Es la primera vez que estoy con ellos para la misa.  Towama también es el pueblo donde nosotros tenemos nuestro terreno y donde pensamos construir algo sin tardar. En el interior de la capillita hay unos ciento cincuenta bien apretados, sobre todo los críos, y al exterior puede que haya otros tantos.
        Aquí, en Towama, pueblo que tiene la universidad que por el momento está cerrada, están acostumbrados a la celebración de la misa del gallo, pero anoche no la hubo porque el gobierno ha prohibido todas las fiestas de fin de año con la intención de controlar el ébola; aunque los comentarios de la gente al respecto son bastante críticos. No sé qué se podrá controlar. Por lo menos las fiestas a las que están acostumbrados por ahora no han tenido lugar. No sé si estas cosas puedan tener sus “efectos secundarios”.
     La misa transcurre por sus cauces normales y al final aparecen con las bolsitas de los regalos que tratamos de repartir a los niños. Por lo menos que tengan una ilusión cumplida por Navidad. En las bolsas hay algunas chucherías, una bebida refrescante, una muñeca para las niñas, un coche para los niños y unas gafas de sol para todos. Se dan regalos a más de cien niños que han participado en la celebración. Todos estamos contentos y tratamos de transmitir alegría, a los niños en especial, en momentos en los que el ébola puede sentirse más presente…
       Por la tarde lo primero duermo una buena siesta, pues aún se notan los efectos del paludismo. Después trato de organizar fotos y crónicas en el ordenador y más tarde me entretengo en lavar la ropa a mano, ya que la lavadora hoy está ocupada por otros y el turno es largo. Como hay mucho tiempo sin luz, luego se nota cuando quieres utilizar la lavadora, pues somos muchos y la luz a veces no es potente para hacerla funcionar y nos quedamos a la espera del buen momento que funcione.    

       Después de cenar preparamos unas cuantas raciones de comida en recipientes de aluminio y pensamos llevarlo a los niños y adultos que duermen en la calle. Cuando estamos preparados, comienzo a recibir correos de alguien que me manda datos técnicos sobre construcciones y, como hay mucha gente, prefiero quedarme y atender a los correos que voy recibiendo. Ya me contarán luego la experiencia.

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