Comenzamos un nuevo mes y la
cosa se presenta tranquila, al menos esta semana. Nos encontramos más en
familia, pues de ser una docena hemos venido a cinco personas y la relación es
más estrecha y cercana.
Por
la mañana nos dedicamos a la limpieza de la casa y alrededores y al final de la
mañana tenemos la misa y la comida. Después de la siesta Uba sale hacia Lungi.
Hay un contenedor que llega y varios asuntos más a resolver. Aquí en casa han
salido a hacer compras y luego el balance del mes. Tengo tiempo para leer y
pensar en el evangelio del domingo y la forma de transmitirlo a la gente que me
escuchará. Es algo que suelo hacer desde el principio de la semana, leer el
evangelio y tratar de pensar a lo largo de toda ella la manera de traducirlo
para que lo entiendan y lo practiquemos.
En la oración y
en la cena estamos en la mínima expresión, tres, pero no impide el tener una
conversación animada y participativa. Mientras cenamos escuchamos música en
latín, cosa que les agrada y alguno hasta conoce algunos cantos.
Después de
varios intentos de conectarme en “skype”, acabo encontrando al padre de Loli,
con quien hablo un rato y luego, cuando ella ha llegado del trabajo, también
estamos hablando un buen rato. Hoy se oye bien y hay comunicación, cosa que no
es de todos los días.
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