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martes, 23 de diciembre de 2014

23 de Diciembre de 2014

Martes

La noche ha sido larga y he dormido poco, pero no me encuentro muy cansado al despertar. No ha habido luz y la claridad del día nos ilumina a la hora de despertar. Una llamada avisa de que un contenedor con arroz llega y se descarga en la finca en el contenedor que tenemos allí. En unos días estará repartido. Donald se encarga de seguir la descarga.
       Yo estoy en casa y no me siento muy bien, pero tampoco tengo mucho tiempo de pensar en ello. Se han ido a la estación los dos jóvenes que están con nosotros y quieren viajar a pasar navidad con sus familias a Freetown. Vienen los albañiles que van a hacer algún trabajo en una habitación y esto me mantiene entretenido, además de algunas otras tareas domésticas. Voy a la granja en una moto para ver lo del contenedor, pero ya han finalizado la descarga. Sí tengo tiempo de comprobar la cantidad de polvo que he respirado en el camino y sus efectos, pues me puede venir un catarro y un paludismo como continuación…
       Cuando vuelvo los que pensaban ir de viaje están de vuelta y no es que no haya vehículos, es que para viajar hace falta un salvoconducto o permiso. El gobierno ha tomado la decisión de controlar los desplazamientos de la gente en particular en estos días y ver si se puede así controlar la enfermedad. Veremos a  ver si da resultado. Los jóvenes no parecen muy afectados y se reintegran a su labor. Veremos a ver si se les puede conseguir un salvoconducto para otro momento.
        Cuando estaba intentando trabajar un poco en la lectura de la lengua aparece “Coco”, Marcos, el cooperante que trabaja con nosotros, pero que está ahora ayudando con las monjas clarisas en las labores del ébola en otros sitios y que está de paso por aquí. Me da mucha alegría el verle y salimos a la ciudad para estar un rato juntos y compartir la experiencia que está viviendo. Creo que está realizando una gran labor y resulta de mucha ayuda lo que hace. Se siente muy bien y me alegro por lo que está haciendo.
    Después de comer me echo un rato la siesta y sudo abundante, efectos del palu, pero por lo menos duermo. Fuera hay un ejército de gente que ha venido a preparar palomitas que van a dar a los niños el día de navidad y se oye la algarabía. Al final de la tarde han preparado unas quinientas bolsitas para repartir.
      Seguimos sin luz y se acaba el agua. Encendemos el generador para bombear agua y aprovecho para conectarme y enviar los correos que esperan salida.

        Uba vuelve de su viaje. Cansado y contento de lo realizado. Nos alegramos de su vuelta y todos, cansados vamos a descansar.

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