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jueves, 4 de diciembre de 2014

4 de Diciembre de 2014

Jueves

Amanece con niebla, pero en cuanto sale el sol desaparece y hace calor sofocante. Uba lleva a uno de los chavales que están con nosotros al hospital porque tiene fiebre. Luego nos cuenta la recepción que le han hecho, mascarilla y guantes y todas las precauciones, hasta que Uba les ha asegurado que es paludismo y le han dado la medicación y han vuelto para casa.
        Al final de la mañana nos visita el obispo. Viene para ultimar los detalles de la ceremonia de bendición de la iglesia que tendrá lugar el lunes y al mismo tiempo estamos un rato en amena conversación sobre muchos asuntos. Le agrada el esquema que ha hecho Uba para la ceremonia y está encantado cuando le hablamos de la nueva comunidad de Mattru que, aunque no ha dicho nada, se le nota que está interesado en visitar y conocer a la gente. Espero poder decirlo a la gente el domingo en la misa, lo que creo que provocará más entusiasmo y nuevos fieles.
          Después de comer voy a Mattru, como solemos hacer los jueves. Mientras el que viene conmigo ensaya con los monaguillos, yo me doy una vuelta por una zona  del pueblo. La gente está encantada de que vengas a saludarles y los cristianos te acogen con mucho cariño y me felicitan por decirles la misa en su lengua.
       No podemos convocar grandes reuniones por causa del ébola. La realidad es que por aquí la cosa está tranquila y hay muy pocos casos, pero en otras zonas y en la capital en particular, las cosas están muy serias. Pero ir a visitar a la gente y que te vean cercano, es importante y por eso trato de hacerlo siempre que puedo y esta tarde he visto la alegría que les da el que les visites.
       Cuando ya en casa, acabamos la oración de la tarde, nos viene a ver el que tuvo problemas ayer. Le han liberado y se han arreglado entre ellos. Todos estamos contentos de que el asunto se haya solucionado sin necesidad de ir más lejos. La corrupción y los interesas de unos y de otros es lo que está detrás de estas cosas que las ves, pero también te tienes que callar, pues no solucionas nada con hablar.
       Cuando estamos a punto de apagar el grupo, Uba viene a verme y me dice que ya tiene todas las cosas del contenedor, incluso lo que constará el traerle hasta casa desde la capital. Me da una gran alegría y pienso en que podremos celebrar la fiesta de la navidad compartiendo un poco de comida que nos llega con mucha gente que lo necesita.
      La realidad se va a hacer esperar un poco más, pero esperemos que llegue con el tiempo justo para poder compartir alimentos con los que los necesiten y que todos podamos tener algo que llevarnos a la boca en navidad.    


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