Donald se
dedica a repartir arroz. Queremos dejar libre el contenedor en el que
descargamos las cosas lo antes posible, y hay quienes vienen a agradecer el don
recibido. Hoy habrá limpieza especial en la ciudad desde las doce hasta las
cuatro. Otros sábados solía ser por la mañana, pero las cosas cambian sin mucho
aviso.
En espera de que
venga el contenedor, tengo prevista una sala para descargarle en el centro de
pastoral. Me he entendido con la monja encargada y tendremos un almacén que nos
permitirá dejar lo que no podamos transportar de otra manera. Hoy lo he visto y
me parece una buena solución, pues en casa no tenemos sitio donde guardar lo que
nos llega.
Viene a
verme el constructor de Mattru. Es un señor entrado en años y católico
convencido, que se ha tomado las cosas en serio y quiere que encontremos el
terreno para la futura parroquia cuanto antes. Él mismo ha ofrecido unos
terrenos que tiene, si es que no se puede encontrar algo mejor y más cercano.
Hablando con él veo su buena voluntad y disponibilidad y le animo en el trabajo
que está haciendo. Esperemos que podamos conseguir el terreno que
necesitamos.
Por la
tarde se sigue repartiendo el arroz y no puedo ir a la reunión con las parejas,
pues no hay vehículo. Otra vez será.
Hemos estado todo el día sin luz y al final encendemos el generador y
podemos cargar las baterías y enviar y recibir correos. El palu se va mejorando
y siento cada vez menos los efectos secundarios.
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