No he dormido muy bien, pero me levanto en cierta forma, mejor de lo que me esperaba. Quien me ha prometido venir a llevarme a los pueblos no aparece, incluso después de varias llamadas… Y me voy con uno que me lleva, aunque no sabe el camino, pero me cercioro que es mende y que no me dejará tirado como el de la otra semana.
Por supuesto que llego tarde a destino, pues negociar una moto no es algo fácil y los que me esperan son pocos, pero debo aceptar lo que se me presenta… y en el entretanto aparece el que me debía traer y licencio al que trajo hasta Nagoyon.
Emprendemos, después de la oración, el camino de los pozos. Es angosto y con pasos problemáticos, pero con todos podemos y nos presentamos en Potehun para sorpresa de la gente. Vamos a buscar a alguien que nos puede ayudar en el trabajo de encontrar transporte para el compresor. Aparece, nos ponemos en camino, paso por Lembema, donde me veo con el maestro y los padres de los sordomudos y seguimos peleando a ver cuándo van a venir a la escuela para ellos…
En Tikonko, después de esperar largo rato, las negociaciones no dan resultado y seguimos buscando. Esperamos en el cruce y aprovecho para preparar a los polis que están en el control para que no nos hagan problemas cuando pasemos con el compresor.
Pasamos por la finca y recogemos materiales, además de ver el trabajo que hacen. Venimos a Bo y recorremos varios talleres. Uno se ofrece a llevar el compresor y empieza la carrera para salir del apuro. Primero sacarle del sitio donde está, aprisionado y rodeado de carcasas, luego esperando a que venga el vehículo y buscando la batería que se ha descargado y añadiendo el martillo y los buriles que están en casa. Total que se ha pasado la mañana y al final, bien cansado, pero contento de que el compresor haya salido hacia el pozo.
Estoy tan cansado de los viajes de la moto y de los arreglos de última hora que cuando llego a casa me voy a dormir porque no puedo con más. Menos mal que un rato de siesta me recupera y sigo vendiendo libros de los que me enviaron de España y reponiendo fuerzas cuando estoy en forma después del sueño.
Sigo por teléfono el resto del desplazamiento y por la tarde, comunicando con el que tiene teléfono en el pueblo, me dice que el compresor ha llegado y que mañana esperan comenzar a cascar la piedra.
El compresor es la maquinita que tenía aparcada hace tres años y que pensé que nunca iba a tener necesidad, pero cuando han parecido estos poceros que trabajan a mano y encuentran piedra, estoy encantado de poder ayudarles poniendo a disposición lo que tengo.
Me siento satisfecho del trabajo del día y espero poder dormir, a pesar de que hace calor y estoy sudando.
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