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sábado, 4 de mayo de 2019

4 de Mayo de 2019

Sábado


He dormido bastante y estoy en forma. Es sábado, y por ser primero de mes, toca limpieza, lo que quiere decir que no se permite moverse en vehículo desde las seis a las doce y se supone que la gente está limpiando en el barrio. 

Me levanto y pienso en ir a la finca a pasar la mañana. Tengo que hacerlo antes de las seis y, cuando estoy en estos manejes, comienza a llover… Me pregunto si vale la pena ir con la lluvia y, como nunca llovió que no escampó, me planto en la finca aún con un poco de lluvia, que irá cesando lentamente. 

He llegado antes del amanecer. He tenido tiempo aún de rezar el rosario y algo más y cuando me presento veo al guardián que ha elegido sitio para dormir dentro del edificio en construcción, pues la lluvia le puede mojar en el sitio que suele hacerlo. Guardián y dormir no suelen ir juntos, pero lo que he visto es que es mejor que tenga perros que le adviertan de lo que pasa y que pueda dormir. 

Como sigue lloviendo, me estoy en el vehículo, pero ya he previsto una buena betería de libros que me dedico a leer, desde el de oraciones, a las homilías, incluso me echo una pequeña siesta. Me da el sueño cuando llueve y no hay sol. 

Salgo del vehículo, vemos el semillero en el que no hay mucho que ver por el destrozo que han hecho los insectos, arreglo lo que hay, muevo de sitio las bolsas para que no se vayan fuera las raíces, voy a los sitios del compost con el otro guardián y damos vuelta lo que se está haciendo en los hoyos y hablo un buen rato con los dos animando a cada uno a hacer el trabajo que tienen que hacer. 

Vienen los albañiles, que no son muchos, y comienzan con parsimonia su trabajo; y cuando veo que ya se puede circular, me vengo para casa llegando un poco después de las doce, con sol y con la experiencia de haber hecho algo positivo en la finca. 

Comida, siesta y de nuevo hacia los pueblos. Hoy la reunión de parejas un poco sui géneris, pues tenemos misa por el maestro que falleció y eso implica a muchos en la recepción y otros cuidados, por lo que se comienza tarde y no es con intensidad como otras veces. Tampoco voy a Tikonko porque estoy seguro de que no están y tendría viaje en balde. 

A las siete comenzamos la misa. Hay un nutrido número de gente, pero esperaba más porque pensaba que vendrían sus antiguos alumnos, pero no ha sido así. De todas formas, les he implicado en hacer algo en su memoria y pienso que nos podremos ver, pues les he sugerido hacer una escuela que nos hace mucha falta, pero que los antiguos alumnos colaboren. No es cosa fácil ni pequeña, pero soñar es posible. 

Vuelvo a casa hacia las nueve, el camino no es muy malo aún, pero lleva su tiempo. Cena, noticias y luz del generador nos dan la medida antes de irme a dormir. La crónica se me olvidó y la hice cuando no me podía dormir después de despertarme a las tantas.

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