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miércoles, 22 de mayo de 2019

22 de Mayo de 2019

Miércoles


He dormido, aunque sigo con ciertos problemas de sueño, el calor, el sudor, todo juega para que no descanses bien… Me levanto y me voy a rezar a Towama. No hay mucha gente y la reunión que esperaba tener, tampoco se produce porque el constructor no está presente. Voy a la finca donde escucho los ruidos de la mañana, el canto de los pájaros mientras leo un rato. Después también tengo tiempo para ver el semillero y el compost. 

Aparece Daniel que viene con ánimos de ver la tierra y decidir lo que hay que hacer. Me parece acertado lo que me dice, que no vale la pena usar el tractor en una tierra que no está preparada y en un espacio demasiado pequeño y complicado para trabajar con máquinas. Daniel me da muy buena impresión tanto en sus opiniones como en la forma de trabajar. 

En los pozos estamos a la espera de noticias y para uno necesitamos buscar dinamita, tarea harto complicada, pero hay que esperar y seguir buscando… 

Cuando llego a casa me está esperando el pocero. Hablamos un rato, me informa de cómo la roca es dura y le pido que busque y encuentre quien trabaja con dinamita. Me promete hacerlo. Yo por mi parte intentaré también buscar. 

Descanso un rato y leo y luego paso aguacates del agua a las bolsas para que crezcan, labor que me entretiene un buen rato y se nos echa la hora de la comida encima. 

Además de Daniel viene a comer Henry y comentamos la situación en la finca. Las cosas van adelante, aunque a veces parezca que van despacio. 

Vienen a pedirme libros y distribuyo unos cuantos más antes de salir hacia Towama para ver el catecismo y luego rezar con ellos el rosario, y cuando se termina aquí me voy a Tikonko donde de nuevo rezamos el rosario y de paso aprovecho para ver al jefe tradicional del departamento para que me ayude a traer los críos sordos a clase. Me promete que mañana tiene reunión con los miembros del gabinete de Lembema y que hará algo por los críos. 

En Tikonko rezamos el rosario en una casa que no conocía, es nueva y sin acabar, pero la fe con la que rezan es de admirar y cuando terminamos les doy la bendición y cada uno a su destino, esperando que mañana sigan en la brecha. 

Vuelta a casa, recibiendo a gente en el vehículo y sin novedad. Daniel el argentino me está esperando y me parece que tiene una gran necesidad de comer y de compartir la preocupación que tiene. Le hago ver que una cosa son los problemas del proyecto y otra, nosotros, las personas. Llegamos a entendernos. 

Es la segunda vez que está en África y lo está disfrutando, pues le queda poco tiempo de estancia. Admira el proyecto que tenemos entre manos y nos anima a realizarlo. Estoy hablando con él en el comedor largo rato. Veo su deseo de compartir la experiencia que está viviendo y los planes para cuando vuelva a su país. No estará interesado en acumular dinero y poder y sí en su opción por la docencia y los críos con problemas. Me encanta lo que me dice y le animo a poner empeño y motivación en el trabajo. Nos despedimos hasta mañana. 

Correos, noticias, crónica… y, hasta mañana.

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